LAS COSAS COMO SON | Jorge Ley
Históricamente, para pensar en Japón en el mundo occidental tenemos que remitirnos a sus famosos kimonos, a los guerreros samuráis y sus katanas. A la cabeza también se nos vienen imágenes de sus maravillosos inventos y para varios hambrientos, el sushi no puede faltar.
Sería una tontería negar que el fútbol en Corea del Sur esté creciendo. Sería igual o más estúpido creer que Japón está estancado, atorado.
No digo que no han gastado, pero no han necesitado los fichajes millonarios y estratosféricos de China. A su fútbol no llegan los Drogba o los Lucas Barrios. Los jeques árabes no inyectan sumas descaradas de petrodólares. Aun así, se encargan de producir a los Kagawa, a los Otsu, ni qué decir de Honda y tantos más que pisan terrenos europeos.
Han crecido y mucho. No sólo han exportado, han logrado poner los ojos de varias de las canteras más importantes del mundo en su Isla. A finales de 2011, fue publicada la noticia donde se confirmaba que Takefusa Kubo había firmado con el FC Barcelona. El primer jugador japonés del Barça en la historia del club, era un niño canterano de apenas 10 años.
¿Más logros? En estos mismos olímpicos, ya se debieron de dar cuenta que Japón tiene a su selección femenil en la final de los Olímpicos ante la poderosísima Estados Unidos. Sin mencionar que sus mujeres ya han sido campeonas del Mundo.
De verdad, no es el momento de endiosar. No estoy tratando de decir que ésta Japón que enfrentará a México sea la quinta maravilla, el TRI claro que puede ganarle, tiene los argumentos suficientes. Pero que su fútbol ha pegado una subida muy significativa, es innegable.
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