Puesto que su apellido es tan largo y difícil que no cabe en una camiseta, se le conoce por el diminutivo de su nombre, Kuba. También es apodado "el pequeño Figo", apodo que le otorgó Zbigniew Boniek, ex-futbolista que se desempeñaba como mediapunta que jugó en la Juventus y en la Roma.
Jakub es un futbolista con un nivel notable, tanto que es fijo internacional con su país, Polonia. Pero detrás de todo este aura de éxito se esconde una triste historia donde un pequeño Jakub era protagonista.
Jakub tenía 11 años cuando un día, su padre Zygmunt Blaszczykowski discutió fuertemente con su mujer y madre de Jakub, Anna. Zygmunt asesinó cruelmente a su propia mujer a puñaladas, y Jakub fue testigo de ello. Después de este incidente, fue educado por su abuela y dejó el fútbol hasta que su tío, Jerzy Brezczec, ex-capitán de la selección polaca, le convenció para que retomara su sueño.
Zygmunt fue condenado a 15 años de prisión (solamente) y Jakub no quiso saber nada de él; no le visitó nunca en la cárcel (algo completamente entendible). Aunque Jakub sí asistió al funeral de su padre, que murió en mayo, retrasando su incorporación a la selección polaca.
Jakub comentó en la televisión polaca que "ese recuerdo le perseguiría toda su vida." "Daría todo lo que fuera por que mi madre estuviera viva. Lo ocurrido dio un giro de 180 grados a mi vida. Fue como si me cayera una roca en la cabeza, y una semana después tuviera que reponerme y olvidarlo todo. Nunca entendí ni entenderé por qué lo hizo."
En el Borussia Dortmund le tienen mucho cariño. La temporada pasada sustituyó a un lesionado Mario Götze, demostrando a Jürgen Klopp su valía. Desde entonces, Klopp no le considera un sustituto.
